Coartada imperfecta

Es argumento recurrente de los defensores del trío de las Azores, atribuir el embrollo de Oriente Medio a la responsabilidad británica tras su caótica política en la región, cuando en 1948 pusieron punto final al Protectorado que ejercían sobre aquellas tierras desmembradas del Imperio Otomano tras la primera guerra mundial. Es cierto, y no hay que restar responsabilidades a quién las tuvo, que los ingleses manejaron bastante mal el asunto de la descolonización de estos protectorados, y sobre todo, que intentaron vender el mismo producto tres veces con resultados a veces trágicos.
La primera vez a los árabes en 1915, como se deriva de la correspondencia entre el Alto Comisionado con base en Egipto Mac Mahon y el supuesto heredero de Mahoma en Bagdad, el príncipe Hussein, en la que se señala que Inglaterra está a favor de un gran estado árabe en Palestina e Irak. Objetivo: volver a los árabes contra los turcos que apoyaban a Alemania en estos primeros años de la primera guerra mundial.
La misma venta pero con diferente disfraz a los franceses, aliados y ansiosos por construir ese imperio colonial que siempre envidiaron de españoles e ingleses. Según los acuerdos secretos Sykes-Picot de 1916, Francia heredaría Siria y una gran franja en el norte de Irak, que paradójicamente, es más o menos el territorio ocupado actualmente por ISIS. Objetivo: mantener contento al aliado en la guerra.
La tercera vez a los judíos, derivada de la Declaración Balfour de 1917, en la que el gobierno inglés se muestra de acuerdo en que Palestina pase a ser la patria de los judíos dispersos por el mundo tras siglos de diáspora, justo en el asentamiento señalado como su patria original en los textos bíblicos. Objetivo: evitar un posible respaldo de los judíos americanos a la causa alemana en el final de la primera guerra mundial.



Este desastre diplomático inglés lo zanjó Churchill en 1921 con una solución transitoria que agradó y disgustó a todos por igual y según la cuál,  Faisal hijo de Hussein recibió Irak, el segundo hijo la actual Jordania, los franceses se quedaron con Siria, y los judíos quedaron con las manos libres para realizar asentamientos en los territorios palestinos de manera más o menos generalizada.
Pero pronto quedó claro que la convivencia pacífica entre estos intereses era absolutamente una ilusión en la cabeza de Churchill  y la situación se vuelve insostenible en la década de los años 30.  Una riada de descontento recorre Oriente Medio y alimenta una hostilidad creciente entre árabes y palestinos, entre los propios árabes y de todos ellos contra los judíos. Todos los intentos ingleses de frenar la expansión judía, acabaran convirtiendo a los ingleses en objetivos del Irgun y otros grupos armados israelíes. Aún no habían llegado los horrores nazis, pero cuando llegaron  sólo sirvieron para reforzar la necesidad de este asentamiento consentido por los británicos.
Finalmente ate semejante desastre, los ingleses optan por la espantada de 1948, limitándose a abandonar Palestina dejando la llave en el felpudo. Inmediatamente después la guerra.



Siendo todo ese desaguisado cierto, no lo es la afirmación de que todo lo que ha ocurrido en la zona en los últimos años se deriva de esta desastrosa política inglesa. De hecho el mapa que dejaron los ingleses se mantuvo de manera inverosímil más o menos estable, con Israel (única democracia de la zona) en guerra permanente con los vecinos, pero con el mapa de la región significativamente parecido en términos territoriales. Incluso se trató de imitar en Siria e Irak, el modelo turco y propiciar unas repúblicas laicas baalistas que realizasen un aggiornamento del islam y previniesen su radicalización, con Sadam Hussein actuando además como tapón frente al integrismo chií de la Persia de los ayatholas.

No hay que engañarse, fueron simplemente los intereses económicos de algunas corporaciones americanas  relacionadas con el  petróleo, las que alentaron el expolio de la riqueza petrolífera de aquél país. Fueron aquellos actos de codicia y prepotencia política y económica, los que desencadenaron el desastre del que hoy todos nos lamentamos mientras los culpables siguen impunes. Sabemos perfectamente que Sadam Hissein no era ninguna hermanita de la caridad, que reclamó Kuwait como botín por su apoyo a la causa americana, y que hubo que actuar contra él con Bush padre a la cabeza.  Pero sabemos también que su hijo  JB Bush, urdió una estratagema para convencer primero a Blair y después a Aznar de que le dieran cobertura en el engaño al mundo de las armas de destrucción masiva y que permitiese la apropiación de las riquezas de Iraq.  Un crimen que ha matado a cientos de miles de iraquíes y  arrojado al mar o a los campos de refugiados a millones de personas, mientras un terrorismo fanatizado y dispuesto a todo, nos amenaza desde las fronteras orientales de la UE e incluso desde nuestros propios países.

Un juicio internacional desde los Derechos Humanos ha de ser promovido  contra estos criminales para evitar que la impunidad sea la marca de la casa de la política exterior de nuestros paises.


                                                                                                        Donosta Julio 2016
                                                                                                                   IZ

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