Memoria Histórica de Altuna nº 15 Monsalud o el valor de lo intrascendente
En el caso del miembro de Atuna nº 15 que respondía al nombre simbólico de Monsalud, si que conocemos su identidad. Se trataba de Joaquín Linazasoro Astigarraga y vivía en la donostiarra calle de Prim 14-2º izquierda. Era abogado de profesión y fue militante, de Unión Republicana y después del Partido Radical Socialista ya en tiempos de la IIª República.
La policía franquista lo identifica en la famosa foto del Observatorio de Igeldo con el número 14, aunque el dossier que hay en la "Sección Especial" de Salamanca es muy pequeño y la policía nunca pudo detenerle. Lo que conocemos de su personalidad proviene de la plancha (trabajo) aportada a los trabajos de arquitectura de la Logia en el que explica el sentido de su galdosiano nombre simbólico
Monsalud El
valor de lo intrascendente
Para
el hermano Monsalud la
elección de este nombre simbólico constituye una vía de
comunicación, una línea de contacto, una cuenca receptora de
superaciones. Su nombre simbólico tenía que ser algo más que un
distintivo dentro de la Orden,
tenía que ser la expresión de las propias aspiraciones . En la
elección del Monsalud
donostiarra hay una mesura doméstica “Todo
es humano en él”.
Reconocía
el hermano de la Altuna que su nombre simbólico tenía que ser la
meta inasequible de sus aspiraciones. Siendo impaciente en todos los
órdenes de la vida , se consideraba incapaz de logros positivos en
su versión masónica de no divisar metas. “En
el mar donde no se me ofrecieran a mi vista puntos de referencia que
me indicaran el camino recorrido, donde cada singladura no me
mostrara el sensible acercamiento al puerto de mi destino, creo que
sería incapaz de todo movimiento. Por el contrario quien así se
inmovilizaría en el mar, en tierra, en país quebrado con destacados
accidentes geográficos que fueran como mojones señalándome,
midiéndome el camino recorrido y mostrándome mi proximidad
creciente a mi punto de destino, en otras circunstancias creo que
sería infatigable. Iría haciéndome sucesivamente del más próximo
accidente geográfico mi meta y así llegaría sin desfallecimiento a
mi destino”.
Hombre
previsor ponía el parche antes que la herida adoptando el nombre del
Monsalud, aquél
hombre sencillo y sin brillo creado por Galdós.
Necesitaba de frutos y éxitos en sus trabajos. Así nos lo refleja
en su discurso a sus compañeros haciendo balance desde su militancia
en la Unión Republicana
en el ocaso de la dictadura de Primo de
Rivera, hasta ahora en pleno Bienio
Progresista, que militaba en el Partido
Radical Socialista.
“Durante el año 1930 siendo directivo de Unión Republicana trabajé con un entusiasmo que sinceramente creo nadie podría superar, por alcanzar la República, que ya se veía próxima. Fui el constante iluso para todos mis compañeros y conocidos, a quienes impertinentemente aturdía con mis vaticinios de los acontecimientos que se sucedieron el 14 de Abril de 1931 con tres meses y catorce días de retraso. Yo era el maniático al que se tira de la lengua para oírle y para reírse. El que se apostaba una cena con todo aquel que pudiera en duda que para el último día del año estaría proclamada la República en España.” Devastado por los hechos proseguía “ Se proclamo la República, y no viendo yo un fin inmediato por el que trabajar sufrí un desvanecimiento de mi entusiasmo y en mi actividad política que me duró hasta finales del mes de Agosto.” Más adelante recalcaba, “ yo necesito ver a diario el fruto de mi trabajo, como en aquél caso veía crecer día a día la lista de mis socios.”
“Durante el año 1930 siendo directivo de Unión Republicana trabajé con un entusiasmo que sinceramente creo nadie podría superar, por alcanzar la República, que ya se veía próxima. Fui el constante iluso para todos mis compañeros y conocidos, a quienes impertinentemente aturdía con mis vaticinios de los acontecimientos que se sucedieron el 14 de Abril de 1931 con tres meses y catorce días de retraso. Yo era el maniático al que se tira de la lengua para oírle y para reírse. El que se apostaba una cena con todo aquel que pudiera en duda que para el último día del año estaría proclamada la República en España.” Devastado por los hechos proseguía “ Se proclamo la República, y no viendo yo un fin inmediato por el que trabajar sufrí un desvanecimiento de mi entusiasmo y en mi actividad política que me duró hasta finales del mes de Agosto.” Más adelante recalcaba, “ yo necesito ver a diario el fruto de mi trabajo, como en aquél caso veía crecer día a día la lista de mis socios.”
Así
pues nuestro hermano se tragaba los excesivos entusiasmos y elegía
para su vida masónica un nombre sencillo y vulgar como el de
Salvador Monsalud
frente a los rutilantes nombres de sus compañeros de taller.
Tolstoy, Voltaire, Calles...etc.
Desde
joven se había impresionado con este personaje de quién decía que
servía para separar a los hombres en dos clases y a cuyo lado, con
Monsalud, se colocaba
siempre.
Monsalud,
decía el masón donostiarra, “no es un
genio, no es un personaje de poema, es sencillamente un hombre leal,
generoso y amante del progreso y la libertad. No se da en él la
concepción genial de los proyectos, es un fiel ejecutor de lo que
otros de más valor idearon. Es una figura que aún siendo merecedora
de admiración, resulta modesta y humilde.”
Todo
ello a pesar de las declaraciones antimasónicas del Monsalud
galdosiano. ”Antes me dejaría matar que
contribuir a este desorden y figurar en una sociedad que es un
hormiguero de intrigantes, una agencia de destinos, un centro de
corrupción e infames compadrazgos, una hermandad de pedigüeños.
Desgraciadamente nada sabemos sobre qué le deparó la vida después de la derrota republicana a Joaquín Linazasoro Astigarraga, aunque nosotros en la Logia Altuna nº 52 guardaremos su recuerdo.
Extractos del Dossier Histórico de Altuna nº 15
Extractos del libro Los signos distintivos de los masones donostiarras de Francisco Rodriguez de Coro
Donostia Mayo 2015
IZ
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