Paz y Convivencia

Asistí, hace unos días, a la presentación del libro de Javier Elzo, "Tras la Losa de Eta, por una sociedad vasca justa y reconciliada" en el Museo San Telmo. Fue una presentación muy interesante. Mucho público, la sala practicamente llena, un martes por la tarde noche. Acompañaban a Javier Elzo, Iñaki García Arrizabalaga, profesor de Deusto e hijo de una victima asesinada por ETA y nuestro Ararteko, Iñigo Lamarka. José María Felices de la editorial PPC hizo los honores de la presentación. El brillante prólogo del libro del periodista donostiarra Iñaki Gabilondo que desgraciadamente no estaba presente. .
Fue, como pretendía Javier Elzo, mucho más que una presentación de un libro, de su libro. Fue un repaso emocionado por el acontecer de nuestro pueblo de los últimos cincuenta años, donde el terror, con todas sus letras, sacudió todos y cada uno de los rincones de nuestra tierra, y nos hizo dudar, muchas veces, de si sería cierta esa leyenda según la cúal nuestro pueblo siempre se enfrentó con valentía a todos los opresores a lo largo de su historia. Javier Elzo, cuyo nombre vimos en medio de las dianas pintadas en las paredes de las calles de Donostia, siempre implacable contra la tiranía de los violentos, siempre tenaz en el análisis de la realidad, siempre inflexible ante la sinrazón.

El opresor ha estado aqui. Aún lo está. Forma, aunque ahora agazapado, parte de nosotros. En lugar de enfrentarnos a él, nos inhibimos, nos cruzamos de brazos y nos dejamos avasallar por sus barbaridades. Tantos momentos en los que ante la indiferencia general, se asesinaba a cien personas al año. Recordarlo produce escalofríos. Si aquí, junto a nosotros. Las balas nos silvaban junto a la oreja pero como no nos daban la cosa parecía no ir con nosotros. ¿Será igual en la era posteta?

Iñaki García Arrizabalaga me impresionó con su testimonio. Actor de uno de esos episodios sorprendentes de la vida. Un encuentro con el asesino de su padre, esa acción de nombre inquietante, llamada "encuentro restaurativo". Hace falta mucho temple para reunirte, cara a cara, con el asesino de tu padre y no querer devolverle el mal causado, para sentarte con él y tratar de entender la madeja de despropósitos que le llevaron a apretar el gatillo a sangre fría, contra un  ciuadadano de su mismo pueblo. Hay que tener temple para terminar dándole la mano y aceptando su petición de perdón. Un buen ejemplo, seguramente necesario, encomiable y repetible en otros casos, pero que no debe hacernos perder de vista el fondo del asunto.

Iñago Lamarka, que era letrado de las Juntas Generales en aquél lejano 1995 en el que fui Juntero de la V Legislatura, estuvo valiente. Creo que es un hombre valiente y lo ha demostrado en otros temas. Sus palabras serias. El terror. Eso es lo que hemos vivido. la vulneración sistematica de nuestros derechos. Hemos sido, asesinados, secuestrados, extorsionados, maltratados, vejados,  difamados, ofendidos, pisoteados, por una banda de asesinos y por las personas que actuaron como colaboradores necesarios de estos desmanes.

Intervine en el coloquio. La huella que dejó en mi el asesinato de Sebastián Azpiri es imborrable. Los meses anteriores al asesinato fueron agónicos. Sebastián peregrinando por instancias oficiales para defender su nombre de la mordedura venenosa del rumor malintencionado. El acoso social que sufrió, poniendo en duda la procedencia de su fortuna. El trabajo duro y constante de Sebas no parecía explicación suficiente. El cinismo de los propagadores del bulo malintencionado. El escarnio sistemático de su reputación. La creación de un clima social que permitiese la justificación de un asesinato.  Los días anteriores al asesinato hablé con él. También le habían acusado de robar en el peso de la carne que nos suministraba desde su carnicería de Elgoibar, al comedor de la empresa. "Me van a matar" me dijo. Nunca olvidaré su cara cuando me lo dijo. Me van a matar ante la indiferencia general.  Fue escandaloso, un asesinato cantado precedido de un linchamiento público. Fué escandalosa la apatía. Fue escandalosa la sumisión de HB a los dictados de ETA. Eran lo mismo y muchos así lo denunciamos.  Y pagamos por ello.

Nuestra sociedad ha estado muy enferma y su enfermedad ha sido mental y espiritual, porque la enfermedad estaba enredada en la forma de pensar y en su forma de sentir. Especialmente en la forma de pensar en los demás. En su forma de percibir el dolor ajeno. En la forma de enjuiciar la realidad de lo que estaba pasando. En la forma de afrontar las consecuencias de la violencia. En la forma de inhibirse, ante los matones que asolaban el barrio y la vecindad, colaboradores necesarios en la sumisión que imponían las pistolas desenfundadas en el nombre de un falso pueblo, y de una falsa aspiración. ¿Donde estaban las masas sojuzgadas por la oligarquía financiero terrateniente? ¿Dónde los enemigos de esa patria? Solo en las mentes enfermas de quienes pusieron en marcha la máquina de matar en el nombre de una Patria Socialista y Revolucionaria absolutamente vacía de contenido. (Alternativa Democrática para Hego Euskal Herria 1995). Sólo en las mentes rencorosas de quienes pusieron en marcha la monstrusidad de la "socialización del sufrimiento" (Oldartzen 1994).

La cabeza fría y el corazón ardiendo, dice Elzo en su libro. Difícil pero necesario. Es con la cabeza fría y el corazón ardiendo, que uno piensa que las cosas no pueden quedar en un infantil "ya paso" después de una pesadilla. Unas palmadas en la espalda para aliviar el mal trago. No va a ser tan fácil. Las profundas heridas están ahí, queramos o no. Tarde o temprano volverán a aparecer si no se curan debidamente. Pero sanar de una enfermedad mental requiere unos pasos inexorables.

Crear un relato de lo sucedido es en mi opinión un buen comienzo.  Me gustaría además escuchar el relato de los que defendieron la violencia de ETA. Me gustaría contraponer nuestro relato al suyo. Quiero saber cómo nosotros, los de a pie, pasamos a ser objetivos legítimos de su violencia. Las personas normales, que nos levantavamos para ir a trabajar, que cuidabamos de la educación de nuestros hijos y subíamos al monte los domingos. ¿Cómo nos convertimos en objetivos de su violencia salvaje? Estoy ansioso de oir sus razones mas allá de la jerga marxista leninista, pensamiento Mao Tse Tung, farragosa, falsa y  habitual de ETA. Con palabras llanas  A ver, que nos lo digan. Que digan su verdad. Veremos si se sujeta.

Crear un relato de nuestro sentir y padecer va a ser dificil aunque no imposible. Quizás el gobierno haga uno. Quizás otras instituciones hagan otro. Ellos harán el suyo. Ese del que Gabilondo denuncia la falsa simetría de la violencia, el falso empate de los agravios, y que podíamos parodiar con la cita de un conocido humorista como "las que entran por las que salen". La falsedad hecha relato.

¿Porque no dar la palabra al Pueblo? ¿Por qué no una iniciativa de participación ciudadana? Con todo el dinero que se gasta en tantas cosas fútiles ¿no habrá un poco para una iniciativa de recogida de testimonios de los ciudadanos de Euskadi después de la época más negra de nuestra historia como pueblo? Una iniciativa que permita que cada uno diga durante, diez, veinte, treinta  minutos lo que esta barbarie ha supuesto para él. Cómo afectó a sus vida. Qué sentimientos tiene. Qué anhelos. qué esperanzas. Podríamos llamarlo proyecto PALABRAS PARA LA PAZ/BAKE HITZAK dentro del cual tendría cabida la iniciativa  NINGUNA PERSONA SIN VOZ/INOR ABOTZARIK GABE.
  
 Dar la palabra a la gente con varios objetivos:

             - Para que el relato nazca de una iniciativa de participacion ciudadana para la Paz
             - Para construir un relato colectivo amplio y contrastable
             - Para generar una base que permita construir una  Memoria Historica en el futuro.

Animados por unos principios

             - Ecuanimidad
             - Seriedad
             - Respeto
             - Rigurosidad

Esta iniciativa debería de estar liderada por una institución seria y respetada por los ciudadanos y por las instituciones.


Creo que las personas tienen, tenemos, que tomar la iniciativa. Tenemos que recuperar la voz y decirle al mundo lo que sentimos y lo que pensamos.
Nada nos será demasiado útil si no descargamos  nuestros miedos, nuestros recuerdos, nuestras emociones, nuestra ira. Nada desterrará los miedos de esta sociedad si no somos capaces de hablar de ello, si no somos capaces de pensar en la cuestión que nos planteaba Idoia Estornés Zubizarreta. ¿Cómo pudo pasarnos esto? Y una vez ocurrido ¿Qué vamos a hacer para arreglarlo? ¿Y para asegurarnos de que no vuelva a ocurrir'.

                                                                                                Donostia Noviembre 2014

                                                                                                                IZ
 

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