A vueltas con la reconciliación

Estamos en la batalla de las palabras. La eterna e importante batalla de las palabras. Los términos y su significado son importantes, las palabras de acompañamiento también y, por supuesto, la actitud y el tono con las que son pronunciadas. No olvidemos la prostitución, que el sustantivo "democracia", y el adjetivo "democrático", han sufrido a manos del terrorismo y  de sus soportes ideológicos, durante años.
¿Y el fondo del asunto? Ese es el que nos debe de importar más allá de las palabras. Las palabras surguirán cuando estemos de acuerdo en el fondo. Encuentro, reencuentro, convivencia, coexistencia, concordia, reconciliación. Sólo comentaré algunas. Convivencia y coexistencia las desecho. Son mínimos exigibles a cualquier colectivo humano. Lo nuestro debe de ir más allá.

Oigo hablar de "encuentro" en algunos cículos, entiendo que con el sentido de acción  y voluntad de coincidencia.. El gobierno vasco la usa en su Plan de Paz y Convivencia. Me parece acertada esta utilización en una primera fase. Pero no es un reencuentro como también se dice. Nosotros nunca, en la etapa democrática, hemos abandonado nuestra posición. Ellos nunca estuvieron ni tan siquiera cerca. Las reglas democráticas que nos hemos dado para regular la convivencia pacífica de las fuerzas políticas, llevan esencialmente unida la palabra encuentro. Encuentro en la asunción de la soberanía del pueblo, encuentro en la expresión de esa voluntad en el parlamento, encuentro en que solo las vías democráticas son las válidas para la defensa de las ideas. Encuentro en la defensa de los derechos humanos. Encuentro, es un  punto neurálgico de la democracia. Un término con una carga política profunda, cardinal. La necesidad de ampararlo, respetarlo y trabajarlo con las palabras y con las actitudes constituye un deber diario en las tareas políticas. El compromiso de intentar alcanzarlo, en todo momento, como eje sobre el que pivota la legitimidad de la democracia. El encuentro entre muchos, entre todos a poder ser. Para ello es necesario que nadie, esgrima el estandarte de un medio alternativo al encuentro, bien activamente violento o pasivamente amenazante. Su sola existencia ya concita la duda sobre la voluntad de la parte que lo ampara. Por tanto la desaparición fisica de ETA es imprescindible para hablar de cualquier clase de palabra que trate de recoger el espíritu profundo del proceso en el que nos hallamos inmersos. Por tanto la desaparición de ETA y la entrega de las armas y su destrucción, es condición indispensable en el camino del encuentro. Cuando eso ocurra podrá haber encuentro, incluso aunque no haya concordia o reconciliación. Lo esencial del planteamiento democrático será entonces respetado. La ilegitimidad e inutilidad de la violencia como medio para  defender ideas y/o conseguir fines políticos quedará claramente expresada. El  ética del encuentro como razón de ser de la propia democracia. El encuentro nos pondrá en un camino importante para acometer otras etapas más complicadas del camino. Bienvenidos sean quienes se suman a la via del encuentro.

Concordia. Conformidad, convenio entre litigantes. Ya estamos en las auténticas espinas del problema. La concordia nos exige estar de acuerdo en aspectos fundamentales del relato. El reconocimiento del daño causado, la asunción de la esterilidad de la lucha armada durante tantos años. El propósito de enmienda. Nada apunta a la posibilidad de la concordia. La elaboración de un relato empecinado de equivalencia del daño infringido entre ambos contendientes, la democracia y el terrorismo, la contumacia  en defender la simetría de la violencia por parte de la autodenominada izquierda abertzale y la persistencia en los análisis desde Sortu sobre el papel jugado por sus antecesores en la batalla política, son terriblemente desalentadores. Lejos de la concordia, las actitudes anuncian un enroque profundo en los errores del pasado, que hacen surguir, incluso, la sospecha de que la asunción de la vía democratica, más que por convicción, se realiza como estrategia tras la derrota militar, sin paliativos, de la acción violenta de ETA. Una sospecha de impostura democrática, que amenazaría también la fase de encuentro que hemos mencinado en el apartado anterior. Esa actitud de caballo de Troya de la democracia en nada favorece las políticas de reinserción de los presos etarras y bien alimenta los abundantes deseos de venganza de muchos. Unas actitudes que no se sostienen cuando esgrimen el daño recibido desde la guerra sucia del Estado (indiscutiblemente cierta) o los lamentables  tratamientos asimétricos de la justicia (lacerantemente burlones), como justa  y equitativa correspondencia al huracán de violencia de ETA durante cuatro décadas. Una violencia que fue asumida por ETA como vía para la imposición de sus ideas, de manera desafiante, tras la anmistía de 1977 que dejó las cárceles vacías de presos de la época franquista.Las víctimas no son números (siempre nos lo recuerdan) pero los números son indispensables para cuantificar el océano que separa la apabullante cifra de asesinados por ETA frente a los daños causados por otras violencias ilegitimas.

Reconciliación. ¿Cómo podremos volver a una relación amistosa entre diferentes radicalemnte enfrentados? ¿Cómo podremos recomponer, tras su aberrante violación durante cuarenta años, ese lugar sagrado de comunión de la sociedad, donde reina la inviolavilidad de la vida humana como premisa fundamental de la convivenvcia y el respeto profundo a la diferencia del "otro" como hilo director de las actitudes ?. Reconciliación es un término mucho más profundo y  que va mucho más allá del momento del encuentro y de la concordia. Reconciliación como palabra, y sobre todo, como situación, que hoy se antoja imposible y me temo, sin querer ser pesimista, que imposible en un futuro bastante dilatado. Pero, aún siendo imposible hoy, ¿es imprescindible? Creo que no. Deseable si, pero no imprescindible. Y además ¿para qué adelantar lo que vaya a ser posible o no en el futuro? Si una reconciliación profunda de la sociedad vasca es posible, es una cuestión que flota, con obstinada indeterminación, en el futuro. Lo que haya de ser, será. Empezar por hacer posible el encuentro sin sombras, es lo importante.

                                                                                                           Donostia Noviembre 2014
                                                                                                                        IZ

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