¿Por qué nos mataron? (I)

Leo a mi admirado André Compte Sponville (Pequeño tratado de las grandes virtudes) y sus reflexiones sobre la virtud. ¿Cúal es la virtud de los seres humanos? Su humanidad, responde rotundo y acertado. Ese camino que nos conduce desde el animal que llevamos dentro, hacia el ser humano que queremos ser. Un camino a través de nuestras capacidades para obrar con humanidad y hacia nuestra propia excelencia. Un camino dificil. Muchos piensan que la cultura es sólo una pequeña pátina en nuestra condición animal, que reaparece inmediatamente en cuanto la adversidad nos rasca un poco la superficie. Yo no lo creo.
Quitar la vida a otro ser humano es, desde el punto de vista de nuestra humanidad, la mayor atrocidad.  Y no es fácil de hacer, aunque así lo parezca en la vorágine de violencia mediática de la que vivimos rodeados. No es fácil matar a otra persona, mientras le veamos como ser humano, mientras le veamos como si fuésemos nosotros. Por eso para matar a los seres humanos hay que deshumanizarlos, privarlos de la dignidad de serlo, convertirlos en cosas, convertirlos en "los otros" a quienes sí podemos atacar, vejar y asesinar. 
En este camino de deshumanización del otro, la ideología juega un papel fundamental. En el siglo XX ha habido ideologías que han representado verdaderas monstruosidades en la historia de la humanidad. En la España de los setenta se enfrentaron dos de las peores. El fascismo violento y totalitario que representaba el régimen franquista y el maoísta violento y totalitario de los que se disponían a salvarnos aún a nuestro pesar. El franquismo terminó. Pero el maoismo siguió.  
¿Hay algo peor que una ideología que considere que lo moralmente bueno, es lo que resulta eficaz para la causa revolucionaria que dice representar? ¿Hay algo peor, que creer que matar, secuestrar, extorsinar, agredir, difamar, insultar y vejar a los ciudadanos es lícito para conseguir los fines políticos? ¿Que combinación es necesaria para que esta pesadilla totalitaria se convierta en realidad, y en su nombre se haya aniquilado a millones de personas?
En mis manos tengo un libro pequeño. Rojo intenso. Está editado en Pekín en 1966. Son las Citas del presidente Mao Tse Tung. El famoso libro rojo. Contiene citas de los diferentes documentos ideológicos y discursos de Mao, a lo largo de los años, de la larga marcha hacia el poder en China. Era el Marxismo Leninismo pensamiento Mao Tsetung, según propias palabras. El maoísmo que nosotras conocimos y que asoló el planeta a lo largo de varias décadas antes de que el desarrollo capitalista de China lo convirtiese en estatuillas y retratos a la venta en los chiringuitos callejeros de Pekín, dejando decenas de millones de muertos detrás a la mayor gloria del Gran Timonel. Tanto lío para acabar así, como icono de escritorio.
¿Cómo podía aquél pequeño libro haber causado tanto dolor, tanta muerte y tanta desolación en el planeta entero?. ¿Cómo había llegado hasta nosotros, un pequeño país conservador, burgués y acomodado, escondido entre las montañas y el mar, a miles de kilómetros del lugar en el que fue impreso? ¿Cómo, en un país desarrollado como el nuestro, podía haber envenenado a la juventud de tal manera que justificasen el asesinato para conseguir sus fines políticos? ¿Cómo podían algunos haber llegado a pensar que en él, estaban contenidas las premisas para la salvación de nuestro pueblo? ¿Salvarnos? ¿De qué? ¿De quién?
La realidad de Euskadi, desde el punto de vista nacionalista y las formulaciones marxistas leninistas siempre ligaron mal. Realmente la nación, de cara a la revolución proletaria, ya estaba fijada en España como sujeto político de la acción revolucionaria. Eso llevaba a una estrategia revolucionaria conjunta con los hermanos revolucionarios españoles. En la pelea interna de ETA esta línea era anatema y no prosperó. 
Fue Krutwig  el primero en introducir en ETA el maoísmo como camino hacia la sintonización de la revolución socialista y los fines independentistas. Sacandose de la chistera el conejo colonial (nadie en su sano juicio aceptaría este análisis de que Euskadi es una colonia española), Krutwig reivindica la lucha revolucionaria en forma de Nacionalismo Revolucionario. Una vez aceptado el conejo colonial como real, el resto es fácil. La toma de las armas para la conquista de los fines revolucionarios en forma de guerrillas que luchasen contra la ocupación de nuestra Vasconia por parte de los invasores españoles y franceses. La Guerra Popular del presidente Zedong, en la que los revolucionarios tienen derecho a destruir (asesinar, secuestrar y extorsionar) a los capitalistas. En nuestra tierra, las masas campesinas vascas (que vivían placidamente en sus caseríos ajenas a estos pensamientos) conducirían la estrategia salvadora, que liderada por ETA como vanguardia militar del movimiento político, lograría a la liberación de todos los territorios de Vasconia.
De estas proposiciones ideológicas y de esta fijación del objetivo revolucionario en el opresor español, de donde nace la primera línea de acción de ETA, contra el Estado  colonial español  (el francés queda apartado por razones logísticas evidentes) y sus servidores, especialmente encarnados por los miembros de las fuerzas de seguridad, los colaboracionistas, los cargos franquistas, y los "agentes infiltrados" de las multinacionales españolas que operan en Euskalherria. Son las primeras víctimas de la locura etarra. La existencia de la dictudura dará una cierta legitimación  social al hecho violento ya apuntado en las primeras Asambleas de ETA " Cuando la política ha agotado todas sus medios (disponibles), se impone la guerra justa de Liberación" ( Vasconia  F. Krutwig) 

Nadie en Euskadi, desde el cese de la violencia armada hace ya más de tres años, ha asumido todavía las responsabilidades de semejantes barbaridades. 

                                                                                                      Donostia Marzo  2015
                                                                                                                      IZ
 




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