Progreso

 

Leo en "Mi vida" de Antón Chejov unos interesantes diálogos sobre el progreso. Están realizados desde  aquellos tiempos y desde aquellas tierras rusas, en las que la llegada del ferrocarril a un pueblo lo cambiaba todo. En la Rusia del XIX, una sociedad rural se unía al progreso a través de unos raíles en cuyo comienzo y final se encontraban las bases de un nuevo mundo, de una nueva realidad que trascendía la pequeña sociedad rural decimonónica. El progreso era fácil de ver y de entender pero llegó con el peor de los vicios que puede traer el progreso que es la desigualdad. Fue precisamente por este motivo que la Revolución Soviética cambio de manera radical la manera de entender el progreso con un replanteamiento completo de las bases que lo sustentaban. Pero el comunismo murió de frío en el alma y lamentablemente nos hemos quedado solos, con esta versión moderna del capitalismo financiero, especulador y desalmado.

¿Y hoy? ¿Están aún vigentes en nuestras sociedades occidentales aquellos logros del progreso de mediados del siglo XX que alumbraron nuestra sistema de creación de riqueza, nuestro sistema de Bienestar o nuestro desarrollo cultural y humano? ¿Vuelven los viejos males? ¿Qué es el progreso en nuestros días de sociedad líquida?

Mejora o avance hacia una situación mejor. Desarrollo continuo, gradual y generalizado de una sociedad en los aspectos económicos, sociales, morales, culturales y humanos en general. Así lo definen los diccionarios. Cualquier comparación entre las Europas de hace un siglo y las actuales no tiene duda en la respuesta. Hemos progresado mucho. Pero. ¿Es tan clara esa respuesta en los últimos veinte años? Creo que no. No me refiero a las comparaciones de PIB a magnitudes constantes, ni a esa jerga macroeconómica que se ha adueñado de las televisiones y las tertulias entre partidos de fútbol y programas telebasureros. 
El progreso en las sociedades democráticas occidentales implica la necesidad de que ese avance debe de estar presidido por  los valores "humanos" y que debe de ser "gradual y "generalizado" y abarcar los aspectos "sociales", "morales" y "culturales". A la vista de la simple lectura de esta definición y de sus condiciones  más relevantes, la respuesta surge espontánea. Nuestra sociedad no está en una fase de progreso sino en una clara fase de regresión, más allá de la las cifras manipuladas de las magnitudes macroeconómicas.
Las sociedades occidentales han entrado en una fase de desarrollo en la que ya no se garantiza un crecimiento gradual y generalizado. Voy a olvidar lo de continuo porque hoy es evidente que tal cosa no es posible, pero lo preocupante es que ya no sea ni gradual ni generalizado. El enriquecimiento meteórico, la cultura del pelotazo y la corrupción generalizada por un lado y el crecimiento asimétrico de la riqueza en la sociedad, presentan una desproporción entre  riqueza generada y numero de beneficiarios que si no merece el adjetivo de escandalosa, al menos  puede calificarse de exageradamente desproporcionada. 
Que decir de las condiciones cualitativas del progreso. El deterioro de los valores humanos es profundo en las relaciones diarias. Desaparecen las asignaturas y la formación en humanidades (lo que nos hace humano) porque se considera un estorbo en la formación práctica para conseguir un empleo que nos permita a toda costa entrar en las cadenas del consumo. La moral es la víctima inmediata de ese sistema de pensamiento. El éxito y la relevancia social la sustituyen sin problema mientras las expresiones del pan y circo ahogan con su sobrexposición mediática cualquier posibilidad de desarrollo cultural alternativo. Lo que tenemos entre manos no es progreso sino regresión, hacia formas más primitivas de sumisión a los nuevos señores feudales de nuestro siglo XXI. 

                                                                                                 Donostia Mayo 2022
                                                                                                              IZ

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