Claridad y Transparencia

En el artículo dedicado a La Transparencia en este mismo blog ya definíamos los límites de la misma en el ejercicio de la acción pública y proponíamos las reformas inaplazables en el funcionamiento de los partidos y del sistema político.

Más allá de aquel artículo, leo con sorpresa los planteamientos del coreano Byung Chu Han, filósofo de moda, sobre la transparencia como factor de desaparición de la política de la mano de la falta de secretos. Denosta además completamente la transparecia considerándola una proposición dolosa del neoliberalismo, quizás confundiendo transparencia con sobrexposición mediatica. Añora el secreto, la discreción y el silencio necesarios para desarrollar las labores de los Consejos de Administración o de la dirección de Asociaciones u otras organizaciones de la sociedad civil. Mucha tela que cortar.
En un Estado de Derecho todo límite de responsabilidad jurídica lo establece la Ley, que es la forma última de dirimir cualquier conflicto entre ciudadanos o de estos con las personas jurídicas o con las Instituciones del Estado. El secreto, la discreción y otras formas de limitación del conocimiento de las cosas por el público es totalmente legítimo y legal hasta el límite de la Ley. Pero las leyes no pueden ser dolosas y esconder tras sus postulados la protección a conductas indecorosas o directamente fuera de la ley aunque vestidas de legalidad. La razón de Estado es desde que la formulase Maquiavelo y la desarrollase Richelieu, la coartada más utilizada para esconder la información y la verdad a los ciudadanos y a los contribuyentes y no puede ser esgrimida como continua cortina de humo que impida a los ciudadanos ver la realidad de lo que ocurre. El príncipe ha sido además sometido a la soberanía del pueblo desde que así lo formulase la revolución americana en 1776.  Llamese como se quiera pero el abuso de estas políticas en forma de Ley de Secretos Oficiales, Seguridad Nacional y otras invenciones interesadas de los sempieternos gestores de nuestros destinos sólo ha servido para sumir en un auténtico pozo de mierda la reputación del Estado.
No estamos en contra de los límites razonables de la discreción o incluso del secreto en la acción política en áreas sensibles de la información militar, de seguridad o de otras disciplinas fundamentales en el desarrollo de la politica nacional. Estamos contra el abuso sistemático del secreto para ocultar adjudicaciones caprichosas a los amigos de turno, secretos militares que sólo esconden enormes negocios de venta de armas y tráfico de información, rescates multimillonarios de bancos arruinados una vez más por los mismos amigotes a los que se adjudicaron las obras faraónicas y en general por tanta mentira sobre la necesidad del secreto y la discreción en el ejercicio del poder. De aquellos abusos extremos vienen las demandas extrema de transparencia. Péndulo puro. 

                                                                                                  Donostia Junio 2017
                                                                                                               IZ

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