El conflicto Masoneria-Vaticano

Para entender este conflicto y comprender como se gestó la leyenda satánica de la Masonería, tenemos que remontarnos a las revoluciones liberales de la segunda mitad del siglo XIX en Francia. Los gobiernos liberales de la IIIª República, proclamada en 1871, pertenecen a la masonería del Gran Oriente de Francia (G.O.F). Jules Grevy, segundo presidente de la República en 1879 nombra a Jules Ferry como Primer ministro.
Será Ferry y sus ministros, todos ellos miembros del GOF, los que planteen en sus programas políticos, la laicidad y la gratuidad de la enseñanza primaria en Francia. Quieren eliminar el dogmatismo religioso de la enseñanza, especialmente infantil y juvenil. Pero la enseñanza estaba, y había estado tradicionalmente, en manos de la Iglesia católica. Surge un enorme conflicto entre el Vaticano y el gobierno francés. Al grito de León Gambetta, Presidente de la Asamblea Nacional "le clericalisme, voilá l´ennemi" responde la Iglesia con un "la Masonería he ahí el enemigo". 
El conflicto fue complicándose y termino en ruptura entre ambos Estados. Posteriormente las órdenes religiosas quedaran poscritas para la enseñanza en Francia y finalmente serán expulsadas, bajo el gobierno de Emile Combé. Francia abolirá el Concordato y declarara la estricta separación entre Iglesia y Estado en 1905. Encontramos en estos hechos  la razón, de que tantas órdenes religiosas docentes en España sean de origen francés. El cisma entre los masones del G.O.F y el Vaticano es total. Se inicia el conflicto que conducirá al G.O.F a retirar paulatinamente  todos los símbolos católicos de sus logias (el libro que preside las ceremonias masónicas en occidente es la Biblia) y finalmente a cuestionar el símbolo del Gran Arquitecto del Universo (Dios en la simbología masónica). En 1929 el G.O.F es finalmente expulsado de la regularidad de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Queda así consagrada en el G.O.F, la libertad de interpretación de los símbolos masónicos, la no obligatriedad de creer en un Dios revelado, y la posibilidad de ser ateo o agnostico sin que ello sea causa de no admisión en la orden masónica, contraviniendo así uno de los Landmarks fundamentales de la Masoneria. Esta línea de pensamiento francesa, da origen a la otra gran familia masónica mundial llamada Masonería Liberal o Adogmática y que se organiza de manera independiente de la masonería llamada regular, agrupada en torno a la Gran Logia Unida de Inglaterra. El nacimiento de la Leyenda Masónica de la Masonería está directamente vinculado a estos acontecimientos.

                                                          Caricatura de Emile Combé

La leyenda satánica

Para entender como nació tenemos que hablar de Leo Taxil, personaje ligado a una de las historias más grotescas de la lucha entre Masonería e Iglesia y que fue el creador de la leyenda satánica de la Masonería.
Leo Taxil en realidad se llamaba Gabriel Jogang Pagés y había nacido en 1854 en el barrio del Puerto Viejo de Marsella. Educado por los jesuitas, con excelentes calificaciones, inició a la temprana edad de diecinueve años un exitoso negocio editorial, a través del periódico La Marotte, del que era fundador, administrador y redactor. Escribió y franqueó desde distintos puntos de la costa  azul, cartas dirigidas al general Villebosniet, comandante de Marsella, advirtiéndole de la existencia de una bandada de tiburones asesinos en la zona. La alarma que causó fue tal, que varios establecimientos de baños hubieron de cerrar y se organizaron grandes batidas para localizar y terminar con los tiburones, obviamente sin éxito, mientras La Marotte vendía ejemplares sin parar. Finalmente se descubrió el engaño, y Gabriel Jogang para eludir a la justicia, se convirtió en Leo Taxil (http://www.uned.es/dpto-hdi/museovirtualhistoriamasoneria/7antimasonismo/satanismo%20ym.htm) Trató entonces de estafar a ciertos comerciantes de la zona, pero descubierto una vez más y ante la inminente pena de prisión huyó a Ginebra. 
Aprovechando una amnistía, Taxil regresó a París, justo cuando el presidente de la Asamblea Nacional francesa, León Gambetta, acababa de lanzar su famoso grito de guerra. ¡El clericalismo. He ahí el enemigo¡. Taxil con su olfato para estos negocios comprendió inmediatamente dónde se hallaba el futuro y fundó La Librería Anticlerical que era en realidad una auténtica editorial. De su prolífica pluma salieron títulos tales como:
  • El cura cara de mono
  • Las necedades sagradas
  • El hijo del jesuita
  • Abajo los curas
  • León XIII el envenenador
  • Las pícaras religiosas
  • Pio IX ante la historia. Sus vicios, sus locuras y sus crímenes.
                                                      Panfleto anticlerical de Leo Taxil

Pero poco a poco el filón anticlerical se agota. Leo prueba con la sátira política pero no ve tajada. Nuestro querido hermano Leo había ingresado en la Logia parisina “Los amigos del honor francés” en 1881, en plena vorágine anticlerical, aunque había sido expulsado de manera fulminante sin haber sobrepasado el grado de aprendiz. Sin embargo su breve paso por la Masonería le había resultado fructífero. Aprovechando la ruptura del G:.O:.F:., con la tradición deista y el juramento ante la Biblia, los propios masones le servían en bandeja un nuevo filón.
Pío Nono, el papa del dogma de la infalibilidad papal, de la Inmaculada Concepción y convocante del Concilio Vaticano I, había abierto el baile entre Masonería e Iglesia atacando y condenando a la masonería y a otras sociedades secretas, en al menos ciento cuarenta y cinco documentos pontificios comenzando con la encíclica Qui pluribus. La herencia que recibió León XIII en 1878 parecía difícilmente superable, pero el Papa se esmeró en su empeño, y además de prohibir a sus fieles participar en política, produjo no menos de 228 documentos condenatorios de la masonería, poniendo en guardia al mundo entero contra ella. La Masonería aparecía en todo y para todo y era el leit motiv inevitable de los discursos, especialmente en su encíclica Humanun genus (20-4-1884). En esta encíclica la Iglesia respondía  parafraseando el grito de Gambetta con un ¡La Masonería, he ahí el enemigo¡, y nuestro amigo Taxil, reconvertido y arrepentido de su anticlericalismo, comienza a escribir el primero de sus libros antimasónicos bajo el sugestivo título de “Los hermanos tres puntos” (Los masones separan los acrónimos con tres puntos :.). Le seguirán:
  • El culto del Gran Arquitecto
  • Las hermanas masonas
  • El anticristo y el origen de la masonería
  • Los asesinatos masónicos
  • El Vaticano y los Masones
                                                    Panfleto antimasónico de Leo Taxil
 
Ya en su primer libro, Los HH:. Tres Puntos, lanzó la idea de que los masones practicaban el culto al diablo, no significando su ritual otra cosa que no fuese el culto a Lucifer, estando para más inri los caballeros Kadosch del grado 30 (uno de los altos grados filosóficos del Rito Escocés) en directa amistad con el maligno. Rozando en sus relatos la pornografía, y jugueteando con los asesinatos rituales y el secreto masónico, Taxil se convirtió en un best seller. En Las Hermanas Masonas Taxil describe con todo lujo de detalles el culto al demonio llamado Palladismo y presenta a Sophia Walder, la abuela del Anticristo.
El público devora las obras de Taxil que es traducido a varios idiomas y animado por varios eclesiásticos decide peregrinar a Roma, donde es recibido por León XIII, con quien permanece reunido mas de tres horas y ante quien confiesa todos sus pecados. El Papa le pide que repare sus pecados al servicio del anticlericalismo. Justo lo que el bueno de Leo esperaba. Con el respaldo vaticano comienza publicando “Confesiones de un exlibrepensador” para continuar con un “Satán y Cía” digno  de un tabloide..
Taxil tuvo muchos discípulos como el Doctor Bataille, en realidad un alemán llamado Hacks, con cuya colaboración escribió su voluminosa obra titulada “El diablo en el siglo XX”. El negocio florecía cada día un poco mas y todo lo que escribían Leo, Hacks y compañía se vendía como rosquillas consiguiendo incluso ser prologados por el Papa como en el libro “La enemiga Social”.
El punto culminante del fraude Taxil llegó con la creación de un segundo personaje femenino conocido como Miss Diana Vaughan, gran sacerdotisa del culto palladista, e hija del demonio Bitrú. Esta dama ficticia se revelo como prolija escritora y con sus “Memorias por entregas” se mantuvo durante dos años en candelero reportando a Taxil pingües beneficios.
Leo Taxil fiel a su trayectoria vital protagonizó su  último numerito en 1897, al pronunciar una conferencia en la que confesó la falsedad de todas sus revelaciones, provocando un escándalo del que la Iglesia aún hoy, no se ha liberado completamente. Leo Taxil murió en 1907 en Sceaux sin que nadie le echase de menos
                                                                                Donostia Marzo 2017
                                                                                             IZ
                                                                                                         

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