Veinte años no es nada
Cuentan en Cuba, que los miembros de las brigadas millonarias, esas que en la zafra de la caña de azúcar, superando el terrible pica-pica, el sol implacable, los insectos inmisericordes y las jornadas interminables, consiguen cortar más de un millón de kilos de caña en una temporada, tienen derecho a pedir un deseo.
Fue así como uno de ellos, que había conseguido la gesta en varias temporadas, pidió visitar Buenos Aires. Se trataba a todas luces de una petición desacostumbrada porque la tendencia natural de los ganadores de esta recompensa no era otra que la de solicitar bienes materiales, siempre escasos entre los trabajadores de la isla antillana.
Fidel Castro en plena zafra
No por inusual la petición fue desatendida y el millonario zafrero fue invitado por el gobierno revolucionario a visitar Buenos Aires, siendo alojado en la sede de la embajada de Cuba en la capital porteña.
Al día siguiente, pidió ser conducido frente a la tumba de Carlos Gardel, el más grande, el inconmensurable cantante de tangos
Allí cuadrado frente a la tumba le dijo.
- Así cacho cabrón que veinte años no son nada. Pues son los que llevo yo cortando caña y puedes estar seguro de que se hacen eternos.
Y se regresó para la Habana satisfecho de haber hecho llegar a Gardel su quejido de inconformismo...
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Es la percepción del tiempo, una de las cosas más relativas que acontecen al ser humano. Lo es también, la percepción de su propia desgracia y de la ajena. Quienes en los últimos veinte años estuvieron sumidos en la desgracia, sintieron la pena de cada minuto de su vida y quienes vivieron subidos en la ola del éxito, disfrutaron cada minuto. En medio, las alegrías y las tristezas, los claroscuros en los que vivimos la mayoría de los seres humanos que poblamos la tierra, y que, en general, nos movemos dentro del famoso aforismo de Voltaire. "No nos hace felices lo que tenemos sino infelices lo que no tenemos". De como manejemos esta ecuación filosófica dependerá en mucho, nuestra felicidad en el tránsito vital. Hay que disfrutar con lo que se tiene.
Pero ¿Cómo ha cambiado el mundo en estos últimos veinte años? Veamos lo que dice el Informe Naciones Unidas al respecto. ¿Hay motivos para la esperanza? Tranquilos, los hay. No podamos perder de vista la desigualdad que crece sin cesar en los últimos años y que ha revertido la tendencia global anterior, pero el mundo ha avanzado en una buena dirección en las dos últimas décadas. Quien desee leer el informe completo lo encontrará en el enlace anterior, aunque en este artículo voy a señalar algunas que me parecen especialmente importantes.
En el planeta hay más jóvenes que nunca y esto significa un importante potencial de cambio para el mundo, especialmente si se asignan correctamente los recursos educativos.
Afortunadamente las personas viviendo en situaciones de pobreza extrema se han reducido a la mitad y de este hecho se desprenden muchas y muy buenas consecuencias para la globalidad de la población mundial.
Además debemos congratularnos de que muchos de los buenos cambios y mejoras de los últimos veinte años tiene como protagonistas a las mujeres y así la maternidad no deseada en adolescente se ha reducido a la mitad en muchos países del tercer mundo exactamente la misma tasa de reducción de la mortalidad en la maternidad.
Esta misma reducción del cincuenta por ciento, se ha notado en la mortalidad infantil, especialmente debido a que el numero de partos atendidos por profesionales se ha duplicado y a unas mejores condiciones higiénicas en general motivadas por una menor exposición de la población a los rigores de la indigencia.
Como consecuencia de todo ello la esperanza de vida en el planeta ha aumentado 5,2 años y por poner un ejemplo, el numero de las personas afectadas por el SIDA se han reducido de manera drástica especialmente en África, continente asolado por esta pandemia del siglo XX.
Los avances en materia educativa son espectaculares constatándose que a las escuelas del mundo asisten más niños que nunca y el avance es especialmente significativo en las niñas.
Pero no hay que bajar la guardia porque:
El mundo desgraciadamente se ha envejecido en los países occidentales principalmente y a pesar de que hay más jóvenes que nunca, la natalidad esta en retroceso en todo el planeta unido a la generalización de los métodos anticonceptivos y a la limitación de hijos en todas las parejas del mundo.
Las migraciones alcanzan proporciones no vistas en mucho tiempo. El número de personas desplazadas en relación con conflictos violentos alcanza cifras récord y pone en peligro la estabilidad de muchas zonas del planeta.
El crecimiento de la población mundial que de los seis mil millones de los noventa ha escalado hasta los siete mil doscientos millones, es especialmente urbano y desequilibrado. Pero este crecimiento urbano es principalmente en base a barrios marginales de inmigrantes del campo, con el efecto negativo que ello tiene en el despoblamiento del campo y en la dificultad para encontrar sustento en el medio urbano con importantes afecciones para la seguridad de las ciudades y los ciudadanos.
A pesar de la mejora general de la higiene a nivel mundial son constatables algunos problemas como el aumento significativo en el contagio de enfermedades tratables de transmisión sexual.
La mutilación genital femenina y la violencia de género son una plaga en el planeta y consolidan un escenario lamentable de abuso hacia las mujeres que debe ser específicamente tratado. A pesar de las mejoras que el colectivo femenino ha experimentado a nivel mundial estas situaciones suponen un obstáculo lacerante a las políticas de igualdad y de mayor implicación de las mujeres en el gobierno de nuestras sociedades.
Queda mucho por hacer
Donostia Febrero 2017
IZ
Pero ¿Cómo ha cambiado el mundo en estos últimos veinte años? Veamos lo que dice el Informe Naciones Unidas al respecto. ¿Hay motivos para la esperanza? Tranquilos, los hay. No podamos perder de vista la desigualdad que crece sin cesar en los últimos años y que ha revertido la tendencia global anterior, pero el mundo ha avanzado en una buena dirección en las dos últimas décadas. Quien desee leer el informe completo lo encontrará en el enlace anterior, aunque en este artículo voy a señalar algunas que me parecen especialmente importantes.
En el planeta hay más jóvenes que nunca y esto significa un importante potencial de cambio para el mundo, especialmente si se asignan correctamente los recursos educativos.
Afortunadamente las personas viviendo en situaciones de pobreza extrema se han reducido a la mitad y de este hecho se desprenden muchas y muy buenas consecuencias para la globalidad de la población mundial.
Además debemos congratularnos de que muchos de los buenos cambios y mejoras de los últimos veinte años tiene como protagonistas a las mujeres y así la maternidad no deseada en adolescente se ha reducido a la mitad en muchos países del tercer mundo exactamente la misma tasa de reducción de la mortalidad en la maternidad.
Esta misma reducción del cincuenta por ciento, se ha notado en la mortalidad infantil, especialmente debido a que el numero de partos atendidos por profesionales se ha duplicado y a unas mejores condiciones higiénicas en general motivadas por una menor exposición de la población a los rigores de la indigencia.
Como consecuencia de todo ello la esperanza de vida en el planeta ha aumentado 5,2 años y por poner un ejemplo, el numero de las personas afectadas por el SIDA se han reducido de manera drástica especialmente en África, continente asolado por esta pandemia del siglo XX.
Los avances en materia educativa son espectaculares constatándose que a las escuelas del mundo asisten más niños que nunca y el avance es especialmente significativo en las niñas.
Pero no hay que bajar la guardia porque:
El mundo desgraciadamente se ha envejecido en los países occidentales principalmente y a pesar de que hay más jóvenes que nunca, la natalidad esta en retroceso en todo el planeta unido a la generalización de los métodos anticonceptivos y a la limitación de hijos en todas las parejas del mundo.
Las migraciones alcanzan proporciones no vistas en mucho tiempo. El número de personas desplazadas en relación con conflictos violentos alcanza cifras récord y pone en peligro la estabilidad de muchas zonas del planeta.
El crecimiento de la población mundial que de los seis mil millones de los noventa ha escalado hasta los siete mil doscientos millones, es especialmente urbano y desequilibrado. Pero este crecimiento urbano es principalmente en base a barrios marginales de inmigrantes del campo, con el efecto negativo que ello tiene en el despoblamiento del campo y en la dificultad para encontrar sustento en el medio urbano con importantes afecciones para la seguridad de las ciudades y los ciudadanos.
A pesar de la mejora general de la higiene a nivel mundial son constatables algunos problemas como el aumento significativo en el contagio de enfermedades tratables de transmisión sexual.
La mutilación genital femenina y la violencia de género son una plaga en el planeta y consolidan un escenario lamentable de abuso hacia las mujeres que debe ser específicamente tratado. A pesar de las mejoras que el colectivo femenino ha experimentado a nivel mundial estas situaciones suponen un obstáculo lacerante a las políticas de igualdad y de mayor implicación de las mujeres en el gobierno de nuestras sociedades.
Queda mucho por hacer
Donostia Febrero 2017
IZ
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