¿Sueldo a cambio de nada?

En las redes sociales son incesantes los comentarios sobre las llamadas Renta Básica, Renta de Garantías de ingresos o  Renta universal. Estos conceptos son además fuente de acalorados debates, muchas veces en tono muy agrio, y con serias descalificaciones que apelan al supuesto parasitísmo y vagancia de quienes ya son (como ocurre en Euskadi) o van a ser (como ocurrirá en Finlandia)  perceptores de estos ingresos. ¿Es esto una quimera, una utopía, o es la revolución 4.0 que necesita nuestro Sistema del Bienestar para afrontar los desafíos de un siglo XXI lleno de incertidumbres?

Aunque este tipo de proposiciones sociales suelen ser habitualmente tachados de "ocurrencias de los partidos de izquierda" hay que señalar que no es así de ninguna manera, y que las consideraciones sobre este tipo de políticas sociales en sus diferentes formas tienen ya más de tres siglos de vigencia y que en el siglo XX y en el XXI han dejado de ser meras utopías sociales para convertirse en herramientas de la política social. 

En el artículo dedicado a la RGI vigente en Euskadi (RGI y politicas de inclusion social)  se explica ampliamente el origen de esta prestación, que nació en 1987 de la mano del lehendakari Ardanza y de la profunda política social del PNV. En el caso de Euskadi, esta prestación nace como propuesta para "evitar la exclusión social" de ciudadanos sin recursos económicos, y está ligada a la búsqueda activa de empleo a través de Lanbide que representa al Servicio Vasco de Empleo. Por tanto es una renta periódica, universal (accesible para todos los ciudadanos de Euskadi con más de tres años de residencia), vinculada a la búsqueda de empleo y planeada como vehículo de inclusión social de los ciudadanos más desfavorecidos y con menor empleabilidad. Un paso enorme el dado por Euskadi con estas políticas de inclusión y de profunda redistribución de los recursos, en un camino de confianza decidida en la necesidad de instrumentar una solidaridad pública con los menos favorecidos de nuestro sistema económico. 

                                                       desigualdad y la pobreza

Pero ahora en Europa la discusión va mucho más allá y se plantea como Renta Universal Básica para todos los ciudadanos de un país, con independencia de la búsqueda de empleo o de cualquier otra consideración. Sí. Poder cobrar un sueldo al mes sin hacer nada, ni tener que dar ninguna explicación. ¿Nos hemos vuelto locos? Quizás no. 

Eminentes nombres de la economía mundial con Galbraith a la cabeza, pero también con insignes miembros del club neoliberal y monetarista como Milton Friedman, han hecho consideraciones muy interesantes sobre esta herramienta de trabajo social que, sin duda alguna, puede ser necesaria en el futuro para atacar muchos de los males que nos acarrearan la robotización masiva de la sociedad, el impacto brutal del aprendizaje continuo de nuevas tecnologías y  la propensión a despedir masivamente a los trabajadores a medida que se acercan los últimos años de su vida activa y se desregulan los mercados laborales. 

Una Renta Básica Universal para los ciudadanos tiene el problema fundamental de su fuerte impacto económico en las cuentas públicas, que desafían nuestra capacidad para encontrar fuentes de financiación posibles y razonables, pero también presenta enormes ventajas y abre importantes puertas a la resolución de muchos problemas que nos va a traer la fuerte desigualdad, que ya se aprecia en el mundo y que se va a acentuar en las próximas décadas. La opción en una sociedad avanzada, no puede ser la bunkerización de las clases pudientes mediante el recurso a la seguridad privada, mientras masas de personas sin recursos ponen al límite la convivencia en nuestras sociedades. Quizás los americanos crean en esa vía, pero como europeos deberíamos ser más inteligentes. Menos pistolas y más cerebro y humanidad en una sociedad en la que la soledad tecnológica amenaza con convertirnos en una sociedad desconectadamente hiperconectada dónde la pobreza acentuará aún más la sensación de desamparo.

                                            desconectadamente hiperconectados

En un país como España, el miedo es que pudiendo contarse con este sistema de remuneración mensual nadie trabaje. Absolutamente falso. En Euskadi no ocurre eso, bien al contrario nadie quiere tener que recurrir a ella. En Suiza tampoco. Los ciudadanos han tenido la posibilidad de aprobar este modelo y los han rechazado. Son, como nosotros, un país rico y dinámico y les interesa más otro camino. Perfecto. ¿Por qué ocurre esto? Porque la Renta Universal es un renta que se halla en el límite de las necesidades mensuales de subsistencia  y a la mayoría de los ciudadanos con un trabajo decentemente retribuido, no les interesa ni la ociosidad, ni la limitación de sus posibilidades de gasto ni limitar la riqueza experiencial de sus vidas. ¿Quién se acogería mayormente a estas rentas? Efectivamente, quienes ya perciben ayudas sociales y están sumidas en situaciones de alto riesgo de exclusión y desempleo. Es por ello que la Renta Universal ayudaría a reformar profundamente los servicios sociales unificando las ayudas y reduciendo de manera exponencial los costes actuales de gestión de la marabunta de ayudas y servicios que deben ofrecer las diferentes administraciones.  

Otra de las ventajas de esta renta está unida a la calidad del trabajo y de las remuneraciones que recibirán los trabajadores por su actividad ya que al poder acogerse al sistema de Renta Universal no tendrán porqué aceptar trabajos mal remunerados y los empresarios deberán de incrementar las ofertas salariales para poder encontrar trabajadores dispuestos. La Renta Universal es además un instrumento de potenciación del trabajo no remunerado y del voluntariado.

En Finlandia en 2017 se va a poner en marcha un experimento social en la línea de estudiar las consecuencias que tiene a todos los niveles sociales, culturales  y económicos la oferta de una renta universal para los ciudanos a cambio de nada. Se trata de saber el impacto en las costumbres y en los hábitos  que este tipo de políticas pueden acarrear a medio plazo.

El gran problema de la Renta Universal es encontrar el justo medio que la haga suficiente para poder vivir dignamente pero que a la vez sea financiable por el sistema. Aquí está el quid de la cuestión que deberemos afrontar y resolver para hacer posible esta revolución del Sistema del Bienestar 4.0.

                                                                                                Donostia Setiembre 2016
                                                                                                                  IZ