Ser pobre

Ya lo dijo un célebre actor. Ser pobre es un estado mental mucho más que una situación financiera. La falta de fondos nunca debe confundirse con la pobreza. En cualquier caso es muy importante prevenir que un estado de insuficiencia temporal de dinero pueda derivar en pobreza como ha venido ocurriendo a tantas familias y personas, de clase media y trabajadora, empujados a la indigencia por un sistema especulativo del suelo, del dinero y de la economía en general, que les ha arrastrado en el tsunami que comenzó en 2008 con la quiebra de Leheman Brothers y nos está dando otra vuelta de tuerca con la epidemia del Covid-19.
Recursos como familia, ayudas sociales o rentas de garantía de ingresos deben de ser instrumentos de solidaridad imprescindibles en nuestras sociedades avanzadas.



No es lo mismo ser pobre en nuestro país, dentro de la Unión Europea, que serlo en esas partes del mundo donde ni tan siquiera se puede acceder al alimento y por supuesto donde no hay ni educación pública, ni sanidad, ni derechos sociales ni respeto hacia las personas. Lo peor de ésta forma de pobreza no es su falta de dinero sino su carencia de herramientas para cambiar el rumbo de sus vidas. Son pobres porque viven en un lugar asolado por la miseria del que no pueden escapar, lo son porque no tienen formación ni oportunidades para gestionar su salida de una situación que les engulle una y otra vez por la falta de medios para escapar de ella o por la falta de conocimientos y de habilidades con las que superarla. Su única opción es huir y llegar, tras grandes penalidades, a nuestra jaula de oro. Es el drama de la inmigración que vemos todos los días en las noticias.

Sólo una transformación profunda del sistema económico sería capaz de producir un cambio global en estos dos tipos de pobreza. Atravesamos una fase especialmente agresiva en el capitalismo mundial, una fase de especulación, avaricia, clientelismo, amoralidad pública y privada que sólo busca la acumulación de recursos sin límite al amparo de esa nociva teoría económica llamada neoliberalismo y su herramienta financiera conocida como monetarismo.

Quiero referirme también a un tipo de pobreza muy extendido en occidente en estos días nefastos de pendejismo irredento, mentiras y postureo. La pobreza en humanidad, la peor de todas, y que suele ir acompañada en muchos casos de una abultada cuenta corriente.

Eres pobre cuando eres envidioso, cuando la avaricia es el único motor de tus días, cuando comprar es tu único recurso para sentirte vivo y no tienes otras herramientas para gestionar tu vida cotidiana. Eres pobre si careces de altura de miras, de ilusiones colectivas, de proyectos de convivencia. Eres pobre si solo te sientes capaz de enfrentarte a tí mismo  refugiándote en la compra de bienes de consumo.

Eres pobre cuando eres insensible al sufrimiento ajeno, cuando solo te fijas en la situación tu cuenta corriente y cuando eres incapaz de ver todo lo que el mundo te ofrece cada día.

Eres pobre por la falta de ideales en tu vida, cuando no se crees en la libertad, cuando no  sabes compartir con los que no tienen, cuando  tratas a los seres humanos con desprecio y soberbia,

Eres pobre si no crees en la fraternidad, ni en la igualdad, ni en los valores del esfuerzo, del trabajo o en la cultura

Terminaremos con un pequeño consejo. Recuerda que nunca serás pobre si te dejas acompañar por un libro, si te dejas estimular por las ideas, si te dejas acompañar por la trascendencia de lo que haces, de lo que todos hacemos en la vida.



                                                                                                IZ
                                                                              Donostia  Mayo 2020


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