Catolicismo y Cristianismo


El Papa Francisco se está conviertiendo en un fenómeno de masas y sus reflexiones sobre lo que acontece en el mundo enpiezan a seducir a miles de personas, muchas de ellas tras años de alejamiento de la religión. 
La Iglesia católica,  en la que digamoslo claramente (aun con los remiendos del papa Francisco) el mensaje de Jesús está cada día más famélico, sigue instalada  en sus estructuras arcaicas, en sus prejuicios de Iglesia oficial, en sus dogmatismos absurdos y en la prepotencia de quien se cree legitimado para .imponer al Estado unas leyes fundamentadas en sus dogmas morales y en las percepciones particulares de la realidad social. Pero aún con todo esto, lo peor que le está pasando a la Iglesia Católica, al menos a sus jerarquías, es que se han comportado de manera completamente contraria a los principios cristianos que deberían presidir sus vidas. No es sólo la pederastia o el vano intento de ocultarla a base de cifras millonarias, ni son las inquietantes implicaciones mafiosas de la Banca Vaticana, ni tan siquiera  el sinfín de escándalos que salpican a los príncipes de la Iglesia y a la Curia rom,ana. Es mucho más profundo y lamentablemente  mucho peor, Es la constatación del océano que separa a la Iglesia del mensaje de Cristo.
Muchos católicos han olvidado que son cristianos, y sobre todo, han olvidado que el cristianismo es el mensaje de Jesus. Un mensaje potente, revolucionario y díficil de practicar. El Amor, más allá de sus variantes instintivas, romántica y familiar, es auténticamente revolucionario. El Amor entre los seres humanos que nada tienen en común salvo su condición humana.  Su fé en un destino común. Su fraternidad cósmica. El Amor, la cumbre del humanismo, la culminación del camino de excelencia, su sentimiento más noble, más altruista. Ese amor que no es una virtud sino sentimiento, pero que tiene la virtud de hacer innecesaria la norma moral, ya que quién actúa en su nombre no necesita ningún deber que le empuje. El Amor sublime, materializado en no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a tí,  y como no, de su reverso, haz a los demás lo que quieres que te hagan a tí.
El Catolicismo, convertido en Occidente, en la iglesia del folklore, de la idolatría, de los santos beatificados de forma express, de las tradiciones turísticas y de la hipócrita exhibición de devoción de las clases dominantes,  dificilmente puede ajustarse a las palabras profundamente humanas de Jesús de Nazaret, personaje real o ficticio, amado o detestado, pero portador del mensaje más potente que jamás haya caminado sobre la Tierra.

                                                                                                      Donostia Agosto 2015
                                                                                                                     IZ

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