Apuntes sobre el origen de la masoneria en España
En
España la historia de la masonería es sobre todo una historia de
persecución. Desde que en 1728 se constituyera en Madrid la primera
Logia especulativa fundada por el Duque de Wharton, la masonería ha
estado casi siempre prohibida y perseguida.
Fueron
los ingleses a través del citado Wharton, quienes introdujeron el
Arte en la Península, constituyendo el 15 de febrero de 1728 la
Logia número 50 en el Hotel de las Tres Flores de Lys. Esta logia
estaba enteramente constituida por ingleses, de paso por el reino e
invitados por Wharton, que estaba al servicio del rey.
A
esta primera Logia, siguió otra también íntegramente inglesa,
constituida en Gibraltar en 1729 y Wharton fue designado Gran Maestre
para toda Andalucía.
Pero
la historia se posicionaba contra la masonería. En 1731 moría
Wharton y en 1738 el Inquisidor General prohibía la Masonería. Esta
decisión fue finalmente ratificada por Fernando VI en 1751, lo cual
impidió el desarrollo de la actividad masónica en el Reino.
Es
importante señalar con respecto a esta época de finales del XVIII
que Carlos III a quién se atribuye la realización de muchas obras
masónicas, no solamente no era masón sino que combatió a nuestra
Orden en todos los lugares donde gobernó, siendo sin lugar a dudas,
el mayor perseguidor de la masonería de entre los monarcas de la época. Así mismo,
es importante desmentir que el Duque de Aranda, ministro de Carlos
III, fuera masón y mucho menos el fundador de la Masonería
española.
Tras estas primeras iniciativas inglesas, la
Masonería se introduce en España de manera organizada, por las
tropas Napoleónicas establecidas en la península entre 1809 y 1813. Una doble
masonería de corte bonapartista al servicio del emperador y de su
hermano José, que fue el primer Gran Maestre de la Masonería
Española.
Hablamos
de una doble masonería, pues por una parte, en ciudades como San
Sebastián, Vitoria, Figueres, Gerona, Barcelona, Talavera y Santoña
se establecen logias íntegramente formadas por oficiales y personal
del ejército de ocupación, mientras por otro lado se constituían
logias españolas al servicio de José Bonaparte en diferentes
ciudades y especialmente en Madrid.
Paralelamente
las Cortes de Cádiz, por medio del Consejo de Regencia prohibían la
masonería en España y en los territorios de ultramar en 1812 y en
ausencia de Fernando VII. La Inquisición española, había sido
abolida tanto por las Cortes como por José Bonaparte, pero al
regreso de Fernando VII es restaurada y se repite de nuevo la doble
persecución tanto por parte de la Inquisición como por parte del
Rey que establece al menos catorce decretos de persecución entre
1814 y 1833, especialmente después del Trienio Liberal. Esta
situación unida a las bulas pontificias contra la masonería
generaron una identificación entre masonería, liberalismo y
sociedades secretas y dieron origen a una leyenda masónica de corte
romántico por un lado y a las leyendas satánicas y contubernio por
otro lado. (Ver artículo sobre Masonería y Satanismo en este mismo blog)
Muerto
el Rey, se inicia la Regencia y al amparo de la amnistía de 1834
muchos masones recuperan la Libertad, aunque la Masonería sigue
estando prohibida y existe documentación sobre varios procesos que
se inician contra personas que tratan de formar logias. No obstante y
a pesar de esta persecución se constituyen logias clandestinas en
ciudades como Granada, Bilbao, Vitoria, Barcelona y Cádiz la mayoría
dependientes de organizaciones masónicas extranjeras principalmente
francesas, inglesas, uruguayas, portuguesas e incluso cubanas.
Con
la Gloriosa de 1868 y las libertades consagradas en la Constitución
de 1869, especialmente las de asociación y reunión, la Masonería
española inicia un rápido despegue llegándose en pocos años a
contabilizarse varias Obediencias enfrentadas en rencillas y
rivalidades poco fraternales. Así se crean el Gran Oriente de
España, El Gran Oriente Lusitano Unido, el Gran Oriente Nacional de
España, El Gran Oriente Ibérico, la Gran Logia Independiente
Española, La Gran Logia Catalana Balear, la Gran Logia Simbólica de
Menphis Misraim y otras muchas obediencias minoritarias. Desde 1868
hasta el desastre colonial español, que supuso un desastre para la
masonería al ser considerada responsable del mismo (la mayoría de los libertadores eran masones Bolivar, San Martín, Mina), se contabilizan
en España 1750 logias implantadas principalmente en Andalucía
(434), Cataluña (177), Madrid (171), Valencia (118), Galicia (77),
y en los territorios de ultramar como Cuba (200), Puerto Rico y
Filipinas.
La
crisis colonial fue un desastre absoluto para la Masonería. En el
siglo XX la masonería se recuperará poco a poco pero nunca volverá
a alcanzar el esplendor de este periodo. Tan solo dos Obediencias
sobrevivirán a la crisis, La Gran Logia Catalana Balear que en 1921
pasará a llamarse Gran Logia Española y el Gran Oriente Español
que entre 1900 y 1922 adoptó la fórmula de Grandes Logias
regionales.
Durante
la Dictadura de Primo de Rivera, la masonería vuelve a encontrar
dificultades si bien sirvió de refugio a quienes no estaban de
acuerdo con las directrices del dictador.
Vuelve
la esperanza con la proclamación de la II República y en las Cortes
de 1931 encontramos al menos 150 Diputados de la Orden y seis
ministros, Alejandro Lerroux, Álvaro de Albornoz, Diego Martinez
Barrio, Fernando de los Ríos, Marcelino Domingo y Santiago Casares
Quiroga, adscritos a la masonería. Un año después el 5 de Marzo de
1932 ingresaría el Presidente Azaña.
Pero
poco dura la alegría en la casa del masón y ya en 1933 la acción
conjunta de la Falange, la Iglesia y la Ceda, así como otras
organizaciones, comienzan una serie de acciones antimasónicas que
perturban seriamente el funcionamiento de nuestra Orden.
Con
el golpe de estado la masonería es aniquilada en la zona nacional.
Recordemos que Franco ya había destituido a seis generales masones
en 1935 al ser nombrado Jefe del Estado Mayor siendo Gil Robles
Ministro de la Guerra.
La
Masonería que declara desde el principio su adhesión a la república
liga así su suerte a la de aquella y los masones deben emprender el
camino del exilio tras el triunfo de los golpistas.
En
1940 con la promulgación de la Ley de Represión de la Masonería y
el Comunismo, se inicia la etapa de total exterminio de la masonería
dentro de los límites de la península y la masonería española se
refugia principalmente en Francia y México.
Restaurada
en 1979 se inicia nuestra andadura actual tratando de construir una
nueva realidad masónica desde las cenizas que dejo la brutal
represión del dictador.
Donostia Mayo 2015
IZ
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