Carta a los Reyes Magos 2018
Queridos Reyes Magos
Vuelvo a escribiros este
año, pero en lugar de hacerlo antes de vuestra llegada lo hago
después, cuando ya habéis entregado vuestra carga y regresáis
felices a vuestro hogar y así no tengo la tentación de pediros
nada y evito esa debilidad que siempre se me aparece en el último
momento.
Este año, gracias a
Dios, es un año de esperanza y en lugar de tener que invernar en
Benidorm como en años precedentes, podéis regresar a Mesoptamia,
vuestra tierra, lugar del que los guardianes del mundo nos aseguran
ha sido desalojado el pérfido Daesh para nunca más volver. Amén.
En cualquier caso no os fiéis pues los halcones de la guerra siempre
están dispuestos a montar un sarao en nombre de la libertad y de los
sus sacrosantos valores de Seguridad nacional.
Pero vamos a hablar de algo más dulce.
Supongo que habréis
regalado mucho chocolate esta noche. Pues bien parece que
desgraciadamente las plantas de cacao van a extinguirse para 2050
según aseguran los expertos. Así que esa delicia que es el
chocolate natural desaparecerá de nuestras mesas y de nuestros
paladares. Bueno de las mesas de muchos ya ha desaparecido por el
nivel alarmante de precios que está produciendo la especulación
salvaje de los mercados de futuros, pero ahora parece que simplemente
desaparecerá de la faz de la tierra. La verdad es que no sé si nos
debemos preocupar mucho porque al paso que vamos es posible que el
chocolate nos sobreviva y que la catástrofe climática que estamos
empujando con nuestra codicia y consumismo desatado acabe con el
planeta mucho antes.
Hoy leía a un afamado filósofo decirnos que nada podemos cambiar por nosotros mismos, que los cambios provienen de otras dialécticas históricas y sociales. Estoy de acuerdo con él sobre todo porque también decía que nosotros aportamos nuestra minúscula gota para conformar esos grandes movimientos y que siempre debemos de hacer lo que nos toca en su favor aunque no vayamos a ser los héroes de la película. Cierto pero difícil. Es una cuestión de valores. No sé si en este mundo de palabras prostituidas por su uso y abuso, podemos hablar de valores, de virtudes, de principios o de actitudes. Los valores son muy queridos e invocados por todos, especialmente la clase política, pero son siempre invocados para que los mantengan los otros y son rápidamente olvidados ante el menor atisbo de conveniencia propia. Un peruano con nombre polaco nos acaba de dar una lección soberana a propósito de otro peruano con nombre japonés.
Nuestras virtudes
públicas de Libertad, Igualdad y Fraternidad atraviesan momentos de
penuria acosadas por vocablos como Seguridad, Igualitarismo
infantiloide o falta de recursos para la Fraternidad Pública, el
famoso Estado del Bienestar, que la jauría neoliberal quiere demoler
para que, en nombre de su ideología, los seres humanos puedan ser
sometidos económicamente y privados de su libertad, de su salud, de
su educación o todo lo que pueda ser mercantilizado y convertido en
materia de especulación económica
Como ya os decía el
pasado año, vitalmente he atravesado esa frontera en la que uno se
ha convencido de la inutilidad de creer que en el mundo pueda algún
día reinar la inteligencia de los seres humanos (esa característica
que se supone les hace diferentes del resto de los animales) sobre la
sinrazón de los dogmatismos, de los fanatismos y de tantas
intolerancias. Mucho menos que puedan llegar a reinar la concordia y
la armonía en este mundo dónde la diferencia se ha convertido en
vehículo de exclusión en lugar de base para el enriquecimiento
cultural colectivo. De la justicia ni tan siquiera hablamos con esos
océanos de desigualdad en la que apenas un diez por ciento de los
habitantes del planeta poseen practicamente la totalidad de los que
contiene.
Los seres humanos sólo
reaccionan ante la inminencia del abismo, ante la proximidad de la
destrucción, ante el miedo a lo que se acerca por la calle en la que
viven. Ya no son capaces de realizar ningún sacrificio del presente
por los sueños del futuro. El mundo de la sensación y de la
inmediatez de la satisfacción de los deseos se ha apoderado de
ellos.
Hasta el año que viene
Donostia Enero 2018
IZ
IZ
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