Actitudes filosóficas

¿Han sido los países más grandes cuando han abrazado el estoicismo? ¿Fue la adquisición de actitudes epicúreas causa o consecuencia de la decadencia de los imperios?. ¿Esta nuestra sociedad inmersa en una transición hacia un epicureismo mal entendido y enormemente  destructivo? ¿Es realmente el estoicismo una filosofía superior vitalmente al epicureismo?. ¿Qué dicen estas escuelas filosóficas?  

El estoicismo es una de las cuatro escuelas  clásicas de la filosofía helenística (Estoica, Epicúrea, Aristotélica y Platónica). Perduró nada menos que medio milenio, entre el año 300 a.C. y el 200 d.C. aproximadamente. Al gran Sócrates se le suele inscribir en esa corriente y también al republicano Cicerón, al hispano Séneca, preceptor de Nerón, al emperador Marco Aurelio y a otros muchos.Es una corriente moderada de pensamiento, que cree en la cooperación de los seres humanos, en la bondad natural del mundo, en que el Universo tiene un sentido, una lógica, un sistema, en que está dispuesto para el hombre, en que hay una esperanza y un futuro mejor. Comporta una moral, apoya la participación prudente en la cosa pública, en la polis; nos coloca a las personas ante unos deberes: el dominio de las pasiones, el compromiso social, la forja de la voluntad, la imperturbabilidad, el equilibrio interno y la vida virtuosa. El cristianismo, que tomó mucho del judaísmo, tomó también mucho del estoicismo. El cristianismo, que ha marcado una parte importantísima de nuestras vidas y que siempre ha estado presente en nuestra sociedad nos  ha llenado de deberes, exigencias y culpas.Pero cuando a San Ignacio de Loyola le sustituyó Carlos Marx: volvieron de nuevo las exigencias, los deberes, la escalinata que hay que subir, una barandilla diferente pero también barandilla. El cristianismo o el marxismo abrevan en las aguas del estoicismo. Y esos mismos parámetros los tienen también muchas otras corrientes de pensamiento y religiones orientales.

 

El epicureísmo coincidió en el tiempo con el estoicismo, pero no dice lo mismo. Epicuro defendía los átomos como explicación última de la materia, todo son átomos y vacío, como dirá luego la ciencia moderna; para él la única vía de conocimiento es la percepción sensible. Para él los dioses son seres muy lejanos a quienes no les importamos nada. Hay dioses pero no hay providencia. Dependemos de la casualidad, del azar, no hay destino alguno. El alma está en el cuerpo y muere con él.Ocupémonos, pues, del placer moderado y frugal, de la amistad. Tres son los objetivos de la vida del sabio epicúreo: eliminación del dolor, serenidad de ánimo y dicha suave. Nos interesa la felicidad, pero no el poder ni las riquezas. Huyamos de toda intervención política o social. Centrémonos en nosotros mismos y nuestro pequeño entorno, no en la polis. En la persona, no en el todo. En el presente, no en un futuro risueño. No esperes nada ni te dejes perturbar por nada, acata las leyes, pasa desapercibido.El epicureísmo ha sido deformado y denostado por todos. Pocas doctrinas le han hecho algún caso. En la corriente epicúrea podríamos situar tal vez a Nietzsche, a Cioran, el libro del Eclesiastés, el taoísmo. Pocos son los defensores del "no hacer". Las doctrinas que lo aprecian son pocas y no son potentes. Sin embargo las grandes masas de la población actúan, por el contrario, más cerca del epicureísmo que del estoicismo. Creen a los grandes gurus, pero no les creen mucho, y no les hacen demasiado caso, se preocupan más del día a día que de un futuro bello pero hipotético. Carpe diem, aurea mediocritas, joie de vivre.El epicureísmo me parece más sabio que el estoicismo, más realista, más certero, superior. Tal vez el estoicismo es más certero si es el orden el que crece; y es más certero el epicureísmo si lo que crece es la entropía, la cantidad de caos. No sé. Sin embargo, es el estoicismo el que ha determinado mi existencia de tal manera que ahora dudo de él al mismo tiempo que me es imposible desprenderme de él. Si no estoy envuelto entre deberes y obligaciones, me siento mal y culpable. Me guía una visión del mundo en la que no creo. Estoy marcado por el estoicismo de una manera indeleble, qué embrollo, y ésta es la pena que quería contaros hoy.

 

                                                                      Donostia Febrero 2017

                                                                                             IZ