Soledades existenciales
Yo soy la
primera brisa
Que sopla
suavemente
Sobre el
océano tenebroso
de la
eternidad
Soy la
primera alba
el primer
destello de la Luz
Una pluma
mecida
por la suave
brisa del amanecer
Soy Rá el
principio de todas las cosas
Viviré
siempre. Nunca moriré
El Libro de los Muertos, el primer manual escrito por los seres humanos con
invocaciones, sortilegios y prácticas mágicas,
que data de hace cinco mil años. La primera referencia escrita
que reflexiona sobre el infinito. El ser
humano desde sus albores se ha enfrentado a este enorme desafío sin
respuestas.
No hemos avanzado demasiado en estos últimos cinco mil años en la comprensión de estos misterios. El desasosiego se apodera de nosotros. No hay respuestas.
Sigo con interés la polémica en torno a las declaraciones de Stephen Hawking según las cuales Dios no es necesario para explicar el Universo y la respuesta airada de los emisarios de Dios que nos hablan continuamente de la voluntad y deseos de este ser desconocido. Ni uno ni otros saben nada de Dios.
¿Qué nos queda entonces? ¿Como sobrellevar esta angustia? ¿Somos una casualidad del Universo o formamos parte de un plan divino?
No hemos avanzado demasiado en estos últimos cinco mil años en la comprensión de estos misterios. El desasosiego se apodera de nosotros. No hay respuestas.
Sigo con interés la polémica en torno a las declaraciones de Stephen Hawking según las cuales Dios no es necesario para explicar el Universo y la respuesta airada de los emisarios de Dios que nos hablan continuamente de la voluntad y deseos de este ser desconocido. Ni uno ni otros saben nada de Dios.
¿Qué nos queda entonces? ¿Como sobrellevar esta angustia? ¿Somos una casualidad del Universo o formamos parte de un plan divino?
¿Debemos
renunciar al legado que metafóricamente nos hicieron Adán y Eva?
¿Debemos renunciar a la razón que ellos nos dieron? Si ellos
aceptaron el desafío del conocimiento, de la ciencia, del
discernimiento del Bien y el Mal ¿acaso podemos nosotros renunciar a
nuestra herramienta más maravillosa?
¿Podemos,
sin más, abrazar las proposiciones dogmáticas que nos incitan a
desentendernos de estas cuestiones y aceptar como reveladas
proposiciones que solo sirven como instrumento de dominación de unos
seres humanos sobre otros?
Pero a donde
nos conduce la razón en esta cuestión. ¿A aceptar sin más que
solo somos una especie pintoresca aparecida en el Universo en un
pequeño planeta arrastrados en un viaje infinito por una pequeña
bombilla solar? ¿Aceptar sin más que nuestro destino es
reproducirnos y construir rascacielos y viaductos y que eso en si mismo da sentido a nuestras vidas? ¿Aceptar que somos una especie que permite que los buitres se
coman a los niños hambrientos en algún lugar de Africa, mientras nos pasamos el asado frente
al televisor? ¿Qué nos gusta matar, explotar y vejar a nuestros
semejantes en una espiral de acumulación de riquezas y poder que conduce a una completa desilusión sobre el ser humano? A que nos lleva la razón sino a maldecir el
nombre de Dios por ausente o por presente.
He escrito
esta reflexión que como veis solo tiene preguntas. Quizás cuando nuestro hermano Voltaire formuló ese aforismo que he citado tantas veces “No nos hace felices lo que tenemos, sino infelices lo que no tememos” nos incitaba a renunciar a la razón en aras de nuestra felicidad. Hacernos los tontos para ser felices que ya profetizó el genial Jardiel Poncela. Que tragedia.
Nietsche dijo que nuestra maldición es hacernos siempre las mismas preguntas. Quizás, Dios silencioso, este es el destino del ser humano. Vivir en la soledad de una noche sin Ti.
Donostia Mayo de 2016
IZ
Comentarios
Publicar un comentario