Guerra en el Capitalismo

 En una de las últimas entradas de este blog http://izetacomunicacion.blogspot.com.es/2015/09/conflictos.html  me refería a lo que en el siglo XX se llamó el conflicto Norte-Sur, es decir, el conflicto riqueza pobreza y anunciaba una entrada referida al otro gran conflicto, el de las ideologías capitalista y comunista que entonces se llamó el conflicto Este-Oeste. Es a este último al que me voy a referir en este artículo 

Desde la caída del muro de Berlín ,allá por el mes de Noviembre de 1989, y las subsiguientes reformas en el sistema socialista con la desaparición del Partido Comunista Ruso en 1991, y la posterior reconversión de las economías socialistas al sistema capitalista, desapareció cualquier alternativa económica al capitalismo. El comunismo no había muerto todavía, pues se mantenía en China y en sus satélites pero ya no era una alternativa al capitalismo. Además los chinos, gentes más pragmáticos, iniciaron un descarado giro hacia los modos capitalistas. 

El conflicto se plantea desde entonces en términos de competitividad de las economías del ámbito ultraliberal anglosajón y las economías sociales europeas.Para las primeras solo existe el mercado y todo se agrupa en torno a lo que se denomina pensamiento único que plantea:
                          - Hegemonía absoluta de la economía sobre los demás dominios sociales
                          - El mercado la mano invisible que lo regula todo
                          - Librecambismo sin límites
                          - Globalización económica y financiera
                          - División mundial del trabajo
                          - Desregulación sistemática de cualquier iniciativa social
                          - Privatización
                                             Su lema "Menos Estado y más Mercado"
Todo es por tanto susceptible de ser mercantilizado. Sanidad, Educación, Seguridad o Sostenibilidad medioambiental son nichos de negocio privado donde el Estado nada tiene que decir y por supuesto ninguno de estos costes puede ser repercutido a las empresas. Esta situación, este vaciamiento del Estado y de las funciones sociales del mismo, esta desregulación extrema de los sistemas laborales, financieros y sociales, confiere a estas economías una gran ventaja competitiva y un fuerte dinamismo, pero las consecuencias sociales que genera son terribles en términos de desigualdad social, de abuso de los grandes poderes económicos y de deterioro medio ambiental. 
El huracán Katrina fue quizás el momento, en el que se vió en todo el mundo las crueles consecuencias de este sistema. Un Estado vacío y sin capacidad de respuesta, incapaz de ayudar a sus ciudadanos. Fue una tragedia y una vergüenza. Le siguió otra vergüenza y otro huracán, esta vez en forma de quiebra del todopoderoso Lehman Brothers, que puso al descubierto las miserias y los abusos de los sacerdotes del nuevo dios monetarista, que arruinaron a millones de ahorradores porque la famosa, la grandiosa desregulación había permitido diseñar productos basura que arruinaron a millones y enriquecieron a unos pocos.

En las economías sociales el Estado asume estos costes (Sanidad, Educación, Pensiones, Seguridad..etc.) pero en base a repercutir en las empresas vía impuestos, los costes de su Seguridad Social (Sanidad y Pensiones) y en base a repercutir a los ciudadanos los costes de la Educación y Seguridad, lo cual repercute nuevamente en las empresas que son las generadoras de las rentas de los ciudadanos. Es este un sistema menos competitivo desde el punto de vista de las empresas pero mucho más  eficaz en la creación de cohesión social y justicia distributiva y en las sociedades europeas más avanzadas de generar un potente sistema de lucha contra la exclusión social que ha sido clave en los momentos en los que la crisis se ha cebado con las clases medias y los más desfavorecidos. No es que no tengamos problemas pero no no tenemos ese océano de desigualdad de los Estados Unidos.

Dos tercios de la población mundial y por tanto del los mercados potenciales mundiales viven en Asia. Solo entre China y la India suponen el 30% de la población mundial y son mercados con una capacidad brutal de crecimiento.Por ello  la guerra de los sistemas económicos se está desarrollando en Asia.. Estas sociedades que parten de una situación de pobreza importante y provienen de unas tradiciones filosóficas que aceptan mejor las desigualdades, parecen aceptar mejor este sistema ultraliberal que divide al mundo en triunfadores (los que tienen acceso al trabajo) y perdedores (los marginados de cada sociedad).
Esta guerra ha traido aparejada una pérdida brutal de valores. Siendo el éxito la medida de todas las cosas en este sistema neoliberal, los medios para conseguirlo empiezan a ser lo único que cuenta y el vaciamiento ético de la sociedad es la consecuencia siguiente de los modos de este nuevo modelo.

Creo que la situación es altamente peligrosa para Europa donde  ya se esta produciendo un fuerte deterioro de los sistemas de protección social sobre todo de la mano de los gobiernos conservadores.. 
Quienes creemos que la economía está al servicio del hombre y de sus desarrollo humano, quienes creemos que existen valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad universal no podemos permanecer impasibles ante esta situación que nos conducirá inexorablemente a la tiranía del mercado dominado por las grandes corporaciones que ya marcan el destino de los Estados Unidos y sus cincuenta millones de marginados.

Pero no todo es culpa de los norteamericanos. Nosotros tenemos una fuerte responsabilidad en la situación. Si aceptamos el anquilosamiento de nuestros sistemas de protección social burocratizados e ineficaces, si aceptamos la distorsión del mercado en base a corruptelas que sacrifican el bien social en base a enriquecimientos ilícitos y fulgurantes, si nos olvidamos de que aunque recientemente hayamos ganado unas pesetillas solo un par de generaciones nos separan del caciquismo y del analfabetismo que sufrieron nuestros antecesores, estamos poniendo las primeras piedras de nuestra derrota económica y social.

Esta guerra de la que hablamos se desarrolla cada día y esta fundamentada en pequeñas decisiones económicas, sociales y políticas. No son solo decisiones de compra de productos baratos fabricados en países sin sistemas de protección social o que permiten la explotación infantil.

Se trata de una reflexión global sobre nuestra insensibilidad general, sobre nuestro consumismo desatado, sobre nuestro modo de vida.

“No nos hace felices lo que tenemos sino infelices lo que no tenemos” es un aforismo atribuido a Voltaire y que parece retratar la naturaleza humana con particular precisión. De cómo manejemos esta ecuación filosófica dependerá que seamos capaces de revertir esta trayectoria económica que nos conduce a la insatisfacción permanente y a la pérdida de nuestra libertad y dignidad a manos de las grandes corporaciones mundiales.

                                                                                                       Donostia Setiembre 2015
                                                                                                                       IZ

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