La transparencia
¿Qué es la transparencia en la política? Transparencia, "actitud o actuación pública, que muestra sin ocultar o silenciar, la realidad de los hechos".
La Transparencia es para empezar una
actitud, en virtud de la cual, se establece un compromiso de claridad,
de rectitud, de sinceridad y de honestidad entre administrador (o quién
opta a serlo) y administrado. Todo ello refrendado, a posteriori, por
una actuación cotidiana en el ejercicio de las funciones, presidida por
los mismos principios ya señalados.. La transparencia es un camino en la
vida pública, una forma de entender la relación entre gobernante y
ciudadano, basada en mostrar los hechos, sin ocultar o silenciar la
realidad.
La Transparencia apela, por tanto, a la luminosidad, a
la desaparición de las sombras, a la confianza, a la sinceridad. La
transaparencia no es morbo, ni una mera acumulación de datos sobre las
personas, sobre lo que ganan o hacen los candidatos elegidos por los
partidos, convertidos eventualmente en cargos públicos a través de los
procesos electorales.
Freud por Mikel Casal
El
primer deber de un político y de una política transparente, es conducir
a la sociedad y a los ciudadanos que la integran hacia una desarrollo
equilibrado, que redunde en un a mejora de la calidad de vida. El primer
deber de una política y de unos políticos transparentes, se encuentra
en los programas electorales de los partidos y en la definición de sus
objetivos políticos. El primer compromiso de la transparencia, es que
los objetivos sean verdaderos y estén honestamente recogidos en los
programas de gobierno y que las proposiciones concretas que alimentan
esos programas, estén en sintonía con el desarrollo del bien común.
Cuando se antepone ganar a cualquier precio, incluida la mentira, ya se
empieza a pervertir gravemente, la relación de transparencia con los
ciudadanos.
El segundo escalón de la transparencia, pasa por los
procedimientos administrativos que se utilizan para licitar, adjudicar y
ejecutar los proyectos que emanan de la administración pública, para
realizar las contrataciones y gestión de los recursos humanos, y para
adjudicar las ayudas y subvenciones públicas. Un adecuado corpus de
medidas administrativas, ejecutivas y fiscalizadoras es indispensable
para que la sociedad pueda ser realmente transparente. En este apartado
los déficits del Estado son brutales, a pesar de las medidas
maquilladoras, en forma de portales de transparencia, puestas en marcha
por las administraciones. Vivimos en auténtico secuestro de las
maquinarias administrativas, ejecutoras y fiscalizadoras de los procesos
de adjudicación, ejecución y control. Un grupo llamado "los mismos de
siempre" se ha adueñado de esta maquinaria. Por arte de magia, siempre
son los mismos, los que se llevan la parte del león, muchas veces con el
único objetivo que realizar una burda subcontratación de lo encomendado
en la adjudicación . Algo falla seriamente para que esto sea así, con
independencia de que cambien las administraciones. Tarde o temprano
aparece "los de siempre" de uno u otro bando. Nuevamente los partidos en
el centro del huracán.
Las personas. El último escalón de la
transparencia. Las más importantes puesto que son las que determinan a
través de sus decisiones los escalones anteriormente señalados. ¿Pero
cuál es el papel que realmente están jugando las personas en estos
procesos? Poco, o ninguno, salvo las élites gobernantes. Los demás,
hacen lo que les dicen los aparatos de los partidos a riesgo de no
salir en la foto.
La mayor responsabilidad en todos los niveles de
transparencia está en los partidos políticos y en la manera que tienen
sus dirigentes de enfocar la vida política del país. Este funcionamiento
es muy deficiente en la actualidad. La forma en la que los grandes
partidos organizan su trabajo institucional, es ya en si mismo, un gran
agujero en la transparencia. Decenas de políticos acuden a las
instituciones sin otro cometido que calentar las sillas y levantar la
mano según la indicación del jefe de grupo. Nada aportan y nada se les
pide. Lealtad y presencia. Nada más.
La continua riada de
escándalos en las adjudicaciones y en el funcionamiento de la
administración, y los casos contumaces de nepotismo, dejan poco que
añadir a esta cuestión y muestran el pozo profundo en el que se
encuentra la transparencia en nuestro país.
Una reforma profunda
de las formas de trabajo de los partidos políticos es inaplazable y
llegará por una vía o por otra. Bueno sería que los partidos
tradicionales se diesen cuenta de la inviabilidad de este camino e
iniciasen una reforma profunda de sus estructuras hacia un compromiso
profundo con la transparencia.
Donostia Mayo 2020
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