Carta a los Reyes Magos 2019
Como ya os decía el
pasado año, vitalmente he atravesado esa frontera en la que uno se
ha convencido de la inutilidad de creer que en el mundo pueda algún
día reinar la inteligencia de los seres humanos (esa característica
que se supone les hace diferentes del resto de los animales) sobre la
sinrazón de los dogmatismos, de los fanatismos y de tantas
intolerancias. Mucho menos que puedan llegar a reinar la concordia y
la armonía en este mundo dónde la diferencia se ha convertido en
vehículo de exclusión en lugar de base para el enriquecimiento
cultural colectivo. De la justicia ni tan siquiera hablamos con esos
océanos de desigualdad en la que apenas un diez por ciento de los
habitantes del planeta poseen prácticamente la totalidad de lo que
contiene.
Los seres humanos sólo
reaccionan ante la inminencia del abismo, ante la proximidad de la
destrucción, ante el miedo a lo que se acerca por la calle en la que
viven. Ya no son capaces de realizar ningún sacrificio del presente
por los sueños del futuro. El mundo de la sensación y de la
inmediatez de la satisfacción de los deseos se ha apoderado de
ellos.
No sé si éste año habéis regalado muchas cosas envueltas en plástico pero tenéis que saber, por si no os llegan éstas noticias a Mesopotamia (o a dónde pertenezcáis que cada día esta menos claro), que los plásticos están a punto de sepultarnos bajo su manto indestructible que ya cubre la tierra y los mares y que empieza a aparecer en nuestros alimentos en forma de pequeños fragmentos cuyos efectos sobre nuestra salud ni tan siquiera intuimos. Sí. Una vez más nuestra comodidad y nuestro conformismo sirven a la miopía que produce el beneficio inmediato, egoísmo que parece no cesará hasta que sea demasiado tarde y posiblemente ni tan siquiera en ese momento.
Ya sabéis que es tradicional en esta carta que no os pida nada de manera directa convencido como estoy de la inutilidad de tal acción y razón última de que os escriba después de haber repartido vuestros regalos por el mundo, por la parte del mundo que cree en vosotros y que es cada día menor, me temo. Una ola de fanatismo y dogmatismo inunda el planeta y polariza las fuerzas de manera que ya se presagian nuevos conflictos en el horizonte. Cada vez más países van cayendo en manos de la irreflexión y del extremismo y parece que las posiciones moderadas del pasado, las que creen en un desarrollo equilibrado de nuestras sociedades, van quedando aparcadas como viejos trastos inútiles. El ser humano es así, no aprecia nada hasta que lo destruye.
Bueno Magos de Oriente, os deseo un viaje al menos entretenido hasta vuestros hogares. Que la sabiduría, la fuerza y la belleza os acompañen.
Donostia Enero 2019
IZ
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